jueves, 22 de noviembre de 2012

Mis vidas paralelas


Aborrezco mi vida de linea recta, donde cada segundo es como pólvora que se quema y cada decisión sin tomar es fuego que jamás arderá. 

Amo, en cambio, la ceniza imaginaria, el fuego abortado, las tangentes que no tomé y por lo tanto quedan inmaculadas. Amo mis vidas paralelas, las que no he contaminado con mediocridad y sangre tibia.

Imagino lo que pudo ser con la curiosidad de un vouyerista. Admiro mis vidas ajenas, beso con cariño a las personas que nunca conocí, venero a los dioses que guían los pasos de mis yos menos escépticas, saboreo los manjares que no he aborrecido con mi lengua sucia de tantas mentiras. En sueños me mojo bajo la lluvia cristalina de los lugares paradisiacos que jamás visitaré, pero que sé, me pertenecen. En algún punto. De alguna manera. Me inflamo en una pasión que no es mía, me enorgullezco de las cosas que jamás logré. Y todo desde este punto muerto, de esta línea recta dirigida inminentemente hacia un acantilado. 

Todas ellas duermen a mi lado, llenan mis sueños con sus suspiros de las vidas a las que les di la espalda. El momento de soñar es el único en el que podemos reunirnos y derrumbar las paredes entre nuestros universos. Miles de voces se elevan al unísono y me arrullan como una canción de cuna, duermo cobijada por las risas que no reí, por las aspiraciones que no son mías, todos los errores que no cometí. 

Ellas son mías, mis yos alegres, desmedidas, esperanzadas. Admiro su no existencia, su salvación.  Historias sin contar no pueden ser historias mal contadas. Se quedan en ese rincón tranquilo, donde puedo acercarme y beber de ellas hasta embriagarme. Mi rincón secreto, mi segundo antes de dormir, mi segundo de redención. 

martes, 9 de octubre de 2012

Soy


Puedo describirme en dos palabras, 
mediocridad y aburrimiento. 
Soy medianamente feliz, 
                              sobrevivo. 
El único pedazo de vida latente en mí 
es la desesperación 
de quien espera en una línea que sabe eterna. 
Soy quien tiene el tic tac del reloj 
perforando de oreja a oreja. 
Soy la espera en un aeropuerto
 por un vuelo que no saldrá jamás. 
Soy la espera pasiva, paciente, casi eterna. 
Soy quien espera la muerte sin apresurarla.
 Quien sabe su cuerpo pudrirse lentamente, 
día a día, 
segundo a segundo. 
Soy el sabor amargo en mi boca 
de mi propio cadáver. 
El peso contundente 
de cada segundo por venir. 
Soy la espera. 
Soy quien cae sin aferrarse. 
Soy el espiral eterno hacia un fondo inexistente. 
Soy el infinito perverso, perforante, aletargado. 
Soy la ceniza en potencia,
 el vacío inútil, 
el aire desperdiciado. 
Pero soy, 
desgraciadamente soy. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

TIC TAC


Podría pretender que pienso lo que estoy diciendo, que tiene un significado más allá del sonido que pronto se consumirá en el viento. Pero no es así. Hablo únicamente con el propósito de apaciguar el silencio. Hablo lo que he escrito antes, en alguna noche de insomnio o en algún día de encierro, para intentar unir dos momentos que parecen cada día más irreales. El pasado cada día se siente más ajeno, las palabras que memoricé tienen sabor a labios desconocidos. Leo mi linea anterior. Ha dejado de ser mía. Pronuncio cada una de estas palabras saboreando el gusto a lo desconocido. La espada del tiempo me ha dividido en el TIC y en el TAC. TIC TAC y me pierdo en el punto medio. TIC TAC me aferro a un pasado que cada segundo es más ajeno. TIC. Corro para alcanzar un presente que me evade. TAC. El tiempo corre, yo me arrastro.  Quiero meter las manos en el presente y llenarme de realidad hasta los codos, pero el presente me evade, huye, se escapa. Cada segundo que pasa se adhiere a la carga que llevo sobre los hombros, a este pasado que no es mio porque jamás pude tocarlo. Podría pretender que soy parte de este sonido, de este TICTAC incesante, pero soy tan solo parte de su eco acallado, soy tan solo el recuerdo de su silencio.

martes, 14 de agosto de 2012

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Tú no te vas, ni te quedas, permaneces. 
Fernando Azul

Tú no te vas, ni te quedas, permaneces. Oscura y constante. Como hormigas carnívoras en la piel. En el silencio eterno que ahora me rodea, me carcome. Tu permaneces en el contacto que no está, en la piel ausente, en las sonrisas camuflageadas. Tu no te vas. Ni te quedas. Solo existes, en tu presencia ineludible, en tu ausencia inentrañable. Tu existes en tus silencios. En las palabras atoradas en la garganta como nudo que asfixia y descubre todos mis vacíos. Tu existes en las mañanas solitarias, en mis manías contagiadas, existes en mis puntos cardinales que desconozco pero que tu conservas. Tu estás ausente en los presentes, en los comoestas, en los quehassidodetuvida, en los buenosdías,  en las platicas de "amigas". Existes como yunque en la forma que muevo mis manos descubriendo tu forma en el vacío, eres el mapa de mis pasos, la ausencia de mis huellas. Eres las sílabas que forman palabras que nunca existieron pero que te nombran. Tú no te vas, ni te quedas. Permaneces. 

viernes, 20 de abril de 2012

Nuestra muerte


Me gusta la libertad ante el precipicio, ante la inminente caída. Me gusta el saber la muerte cercana, la impotencia que otorga como consuelo el poder, por primera vez desear estar viva, sin reservas, desear de veras, con cada centímetro del intestino. 

Me gusta esta muerte sabida, este amor como niño muerto. Puedo quererlo sin temer por su futuro. Nuestro cadáver puede soñar con ese futuro inexistente, llorarlo, gritarlo, morderlo. 

Pero tu insistes en resucitarlo, y nuestro cadáver se vuelve una atrocidad de carne y humo. Le robas su muerte pacífica para traerlo a un mundo que va asfixiarlo, porque no nació para estar vivo, nació para habitar la tumba que ya adorné con flores y lágrimas secas.

Estamos frente a nuestra atrocidad, sin saber que hacer con ella, si matarla de hambre o matarnos con ella. 

miércoles, 11 de abril de 2012

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Acaba de morir Imelda, le dijeron, pero ella no escuchó. En su mundo no existe la muerte.
Qué bonitas ganas de llorar tienes, le dijo la mula
las tuyas también son muy bonitas, respondió ella, muy bien formadas.
Llevaba alrededor del cuello sus ganas de llorar, bien amarradas, adornando esa curva que imelda siempre acariciaba con la punta de los dedos.

viernes, 6 de abril de 2012

Como dormir

Dormir el alcohol
dormir el sueño
dormir el llanto.
Dormir.
En una cuna de silencios, olvido y utopía.
Dormir las sombras
dormir las sombras de su cuerpo
dormir las calles vacías
dormir en las calles vacías.
Dormir hoy, mañana y siempre.
Dormir, pero dormir en serio.
Dormir en cuerpo y mente.
Dormir despierto,
dormir vivo, muerto y en cualquier punto intermedio
dormir cansada, agotada, hastiada.
Dormir deseando.
Incluso llegar a dormir soñando
Yo duermo.
Ahora.
Aunque no lo parezca.

martes, 20 de marzo de 2012

Las serpientes

Nunca supe quien era en realidad, si sus brazos como serpientes alrededor de mi cuerpo querían darme un poco de calor o un poco de muerte, solo un poco. Oscuridad, como siempre, como desde hace tanto tiempo. Las línea del silencio llenaban la habitación y se entretejían con las del frío y las del miedo. Flotaba en esta telaraña que se había vuelto mi cuna, las líneas se movían en ondas lentas y me susurraban al oído canciones de cuna sobre tiempos perdidos y olvidados. Sus brazos regresaron. Me saca de la telaraña y me lleva sobre sus hombros a un lugar sin luz ni sombras. Sus serpientes recorren mi cuerpo, acarician lo que la telaraña no ha consumido y clavan sus colmillos en lo que queda de mi nombre. Lo he olvidado, al igual que el suyo, al igual que el del este lugar. Sus serpientes alrededor de mi cuelo, el aire se enrarece, se vuelve sólido, pero me da calor: vida. Las líneas del silencio ahora me envuelven en una crisálida, me separan y protegen de las serpientes. El silencio se vuelve luz. Estoy libre.




(Marihuaneando en clase acerca de mi bufanda)

domingo, 11 de marzo de 2012

Sleeping with ghosts


Dentro de mi habitan 3 seres de aire, que a veces, solo a veces toman forma. Puede ser en forma de susurros, de escalofríos, de rabia, de gritos o de llanto. Pero otras tantas toman forma humana. Se plantan frente a mi con toda su humanidad y se apoderan del cuerpo que, se supone, me pertenece. No tienen nombre, o si lo tienen no quieren compartirlo, tienen entre ellas una complicidad que jamás comprenderé. Yo las llamo uno, dos y tres, por no robarles la oportunidad de algún día decirme su nombre verdadero. Cada una es gobernada por una pasión, y es ésta misma la que a veces me comparten.

La uno y la dos se entremezclan en mi vida, se fusionan conmigo todos los días y lloran con mis ojos, se ríen con mi risa. Son parte de mi piel y de mi sangre. También se fusionan entre ellas, la dos incita a la uno a volverse más proactiva en mi destrucción, hace que corte mi piel y que muerda mis brazos, que acelere el carro a toda velocidad y cierre los ojos, para ella es un juego, sonríe mientras giro el volante esquivando la curva que pudo habernos matado. La uno le susurra a la dos que lo bese más fuerte, que no importa su nombre, que no quiere estar sola ésta noche, le sirve otro vaso mientras ella ríe. Las quiero a veces, las odio otras tantas. Pero la tres… la tres es otra historia.


I
La uno y yo hacemos el amor, así, en el sentido cursi y meloso de la frase. Ella se aferra a mi con una necesidad insaciable de afecto, nos acariciamos cada centímetro del mapa de nuestros cuerpos, de nuestro cuerpo. Para conocernos, para descubrir las heridas y llorar sobre ellas. Clava sus dedos sobre mi espalda intentando llenar su vacío, pero mi piel jamás la llena. Ella no respira, no necesita aire, para ella el llanto es la respiración, el sudor, la sangre. Me cubre con su líquido tóxico y doloroso, pero no puedo hacer más que llorar con ella, que seguir recorriendo el espacio entre sus piernas para intentar encontrar el punto donde descansa su miseria. Con la punta de los dedos comienzo a rozar su sexo, mojado de lágrimas, lleno de mis recuerdos censurados, ella llora de placer. Con mis manos recorro los recuerdos, buscando librarla de ellos, reemplazarlos por el consuelo entre mis dedos, por nuevos recuerdos que no tengan que censurarse. Ella llora, se abraza a mi con fuerza, deja que las imágenes giren alrededor de nosotras junto con los sonidos de orgasmo y dolor. Su cuerpo, nuestro cuerpo se ondula debatiéndose entre el placer y la miseria, pero su sustancia es puro dolor, sin él no existiría. Clava sus uñas en mis piernas, me ruega que no la abandone. Comienza a extrañarme antes de que mis manos abandonen el baúl prohibido de nuestros recuerdos censurados. Pero la realidad llama. Su presencia se evapora en el aire dejando sobre mi cuerpo y sobre mis ojos solo ese líquido que es su sangre, su aire, su alma.

II
La dos y yo simple y llanamente, cogemos. Con ella la vida es un juego, y mi cuerpo su parque favorito. Es la más compleja de las 3, porque su alegría no es pura, como la tristeza de uno. Su alegría se mezcla con la rabia y el desenfreno y una vez que comienza a recorrer con su lengua los callejones de mi piel, sus dientes también se dan a la tarea de mezclar el placer con la venganza. Dibuja con su lengua risas en mi vientre y en mis piernas, que después mezcla con la sangre que hace brotar de mi espalda. Ella ríe, me recorre, me seduce, pero se niega a satisfacerme. Sonríe contemplando como ruego por sus manos, como necesito su sonrisa dentro de mi, su lengua venenosa, irónica, alegre. Marca con sus uñas afiladas los espacios de mis vacíos. Volamos a lugares llenos de colores fluorescentes, me da vueltas, estoy a su merced. De los colores brotan monstruos grotescamente hermosos que nos envuelven, nos observan. Con su lengua hace que los colores brillen más allá de lo que es posible. Con sus manos me lleva a los límites del placer, reímos, nos burlamos del mundo real que ha quedado debajo de nosotras, que jamás podrá alcanzarnos. Escupimos a ese mundo, le gritamos que este es EL mundo. Me aferro a ella, a sus manos coloridas, a su lengua afilada y venenosa, justo antes de que se vuelva vapor. Y así, sin más que una sonrisa irónica, me regresa a ese mundo que me juró no era real.


III
La tres habita en las cavernas más profundas de mi mente, vive encadenada y bajo tres cerrojos, pero puedo escucharla gritando la mayor parte del día. Son gritos crípticos, bestiales, en un idioma que no logro comprender. Pero la uno y la dos los comprenden, van a su caverna para hacerle compañía, escuchan sus consejos y la consuelan. Pero la tres no quiere consuelo, quiere sangre, mi sangre. Tiene un nombre, estoy segura, me lo dijo una vez, pero me aterra recordarlo. Puedo mantenerla controlada, pero la uno, la puta uno, la perra uno, me rompe hasta que dejo caer las barreras. Sus cadenas se liberan en un estruendo de metales, como una orquesta desafinada, el ruido de la tres va creciendo y entonces sus gritos bestiales se convierten en palabras como uñas en un pizarrón. Puedo sentirla, no solo como una metáfora, literalmente sentirla en mi cuerpo. Y entonces todo lo que parecía real en el mundo se desvanece, me succiona a su mundo oscuro y húmedo y pierdo contacto con la realidad. Ella no me hace el amor, no tiene sexo conmigo, ella me posee. Me viola con los dientes, con las uñas, con los puños, tiene hambre de mi cuerpo. La uno se arrepiente de haber creído sus engaños, pero es débil, la manipula como un trozo de plastilina. Por supuesto que esta vez no era diferente, por supuesto que no solo quería hablar. Pero ha abierto la puerta. La tres marca mi cuerpo con cada gota de su odio, corroe mi piel, destruye mis huesos. Me azota contra el piso y pierdo la conciencia. No sé que hace ella con mi cuerpo después.

sábado, 10 de marzo de 2012

La felicidad solitaria

Existen cosas como la felicidad que si se tocan se destruyen. Se manchan. se puede hablar de lo que lastima como si no fuera nada porque no importa hacerlo jirones, porque la tristeza ya esta manchada, da gusto retorcerla y escupirle, deformarla, disminuirla, porque no significa nada.

La felicidad es diferente, esta se acaricia, se cuida, se sostiene entre las manos como si fuera de cristal, se coloca entre algodones y se cubre con un manto para que el sol no la toque. Hay que cubrir con vendas cada una de sus extremidades para que no cambien de forma, se llena de formol, se encierra bajo 4 llaves y 6 metros de tierra. Y ahí se queda, escondida pero segura, inmutable.

El dolor camina libre por la luz, por que no importa, se puede tomar como uno quiera, usarlo, abusar de el y tirarlo en el primer baldío que se encuentre en el camino. Es una puta feliz. Es de todos, y lo disfruta. La felicidad en cambio se muere de soledad en su jaula de oro, en su celibato.