martes, 20 de marzo de 2012

Las serpientes

Nunca supe quien era en realidad, si sus brazos como serpientes alrededor de mi cuerpo querían darme un poco de calor o un poco de muerte, solo un poco. Oscuridad, como siempre, como desde hace tanto tiempo. Las línea del silencio llenaban la habitación y se entretejían con las del frío y las del miedo. Flotaba en esta telaraña que se había vuelto mi cuna, las líneas se movían en ondas lentas y me susurraban al oído canciones de cuna sobre tiempos perdidos y olvidados. Sus brazos regresaron. Me saca de la telaraña y me lleva sobre sus hombros a un lugar sin luz ni sombras. Sus serpientes recorren mi cuerpo, acarician lo que la telaraña no ha consumido y clavan sus colmillos en lo que queda de mi nombre. Lo he olvidado, al igual que el suyo, al igual que el del este lugar. Sus serpientes alrededor de mi cuelo, el aire se enrarece, se vuelve sólido, pero me da calor: vida. Las líneas del silencio ahora me envuelven en una crisálida, me separan y protegen de las serpientes. El silencio se vuelve luz. Estoy libre.




(Marihuaneando en clase acerca de mi bufanda)

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