domingo, 16 de marzo de 2014

Queridísimos lectores fantasmas

Si alguien anda por ahí, me mudé a Wordpress por el momento:

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domingo, 1 de diciembre de 2013

Los rezagos de la fé

¿Cómo curarme de la sombra de la fé? ¿Qué más me queda por darte, dios, si te lo he dado todo? Todo excepto mi odio. Y hoy sólo tengo eso para ti.

Te odio por haberme abandonado, por haberte dedicado mi vida  para que ni siquiera existieras al final.
 Te odio por tu esperanza que ya no tengo, por tu voz callada en el silencio. Te odio por las noches en vela, sudando de miedo ante el impacto de tu ira, por los rosarios interminables, por las confesiones llenas de vergüenza. Te odio porque no te tengo, porque me abandonaste, aunque te llevaras contigo tu sabor amargo y tu incienso venenoso.

Te odio por las noches, bajito, con la punta de los dedos.

Te odio porque eres lo único aparte de mí que me atrevo a odiar.  Porque recibes mis insultos con el suave reflejo de tu no existencia.

Te odio por robarme mi capacidad de creer, en cualquier cosa, en cualquier persona. Porque me desgarraste en tantos pedazos que no puedo reconstruirme.

Te odio porque tú me odiarías si pudieras.

Te odio escupiendo a tu nombre y a tu imagen y a mi estúpido rezago de duda.

Te odio con todos los brazos, a gritos, crujiendo los dientes y azotando puertas.
Te odio en carne viva y por tu carne muerta.

Te odio porque no sé que más hacer con el hueco que dejaste, porque ya no se llena con mi culpa y mi vergüenza. Te odio porque extraño vivir de tu sangre, porque no sé respirar otra cosa que tu culpa.

Te odio. Punto. Pero no lo suficiente, jamás lo suficiente

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mis vidas paralelas


Aborrezco mi vida de linea recta, donde cada segundo es como pólvora que se quema y cada decisión sin tomar es fuego que jamás arderá. 

Amo, en cambio, la ceniza imaginaria, el fuego abortado, las tangentes que no tomé y por lo tanto quedan inmaculadas. Amo mis vidas paralelas, las que no he contaminado con mediocridad y sangre tibia.

Imagino lo que pudo ser con la curiosidad de un vouyerista. Admiro mis vidas ajenas, beso con cariño a las personas que nunca conocí, venero a los dioses que guían los pasos de mis yos menos escépticas, saboreo los manjares que no he aborrecido con mi lengua sucia de tantas mentiras. En sueños me mojo bajo la lluvia cristalina de los lugares paradisiacos que jamás visitaré, pero que sé, me pertenecen. En algún punto. De alguna manera. Me inflamo en una pasión que no es mía, me enorgullezco de las cosas que jamás logré. Y todo desde este punto muerto, de esta línea recta dirigida inminentemente hacia un acantilado. 

Todas ellas duermen a mi lado, llenan mis sueños con sus suspiros de las vidas a las que les di la espalda. El momento de soñar es el único en el que podemos reunirnos y derrumbar las paredes entre nuestros universos. Miles de voces se elevan al unísono y me arrullan como una canción de cuna, duermo cobijada por las risas que no reí, por las aspiraciones que no son mías, todos los errores que no cometí. 

Ellas son mías, mis yos alegres, desmedidas, esperanzadas. Admiro su no existencia, su salvación.  Historias sin contar no pueden ser historias mal contadas. Se quedan en ese rincón tranquilo, donde puedo acercarme y beber de ellas hasta embriagarme. Mi rincón secreto, mi segundo antes de dormir, mi segundo de redención. 

martes, 9 de octubre de 2012

Soy


Puedo describirme en dos palabras, 
mediocridad y aburrimiento. 
Soy medianamente feliz, 
                              sobrevivo. 
El único pedazo de vida latente en mí 
es la desesperación 
de quien espera en una línea que sabe eterna. 
Soy quien tiene el tic tac del reloj 
perforando de oreja a oreja. 
Soy la espera en un aeropuerto
 por un vuelo que no saldrá jamás. 
Soy la espera pasiva, paciente, casi eterna. 
Soy quien espera la muerte sin apresurarla.
 Quien sabe su cuerpo pudrirse lentamente, 
día a día, 
segundo a segundo. 
Soy el sabor amargo en mi boca 
de mi propio cadáver. 
El peso contundente 
de cada segundo por venir. 
Soy la espera. 
Soy quien cae sin aferrarse. 
Soy el espiral eterno hacia un fondo inexistente. 
Soy el infinito perverso, perforante, aletargado. 
Soy la ceniza en potencia,
 el vacío inútil, 
el aire desperdiciado. 
Pero soy, 
desgraciadamente soy. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

TIC TAC


Podría pretender que pienso lo que estoy diciendo, que tiene un significado más allá del sonido que pronto se consumirá en el viento. Pero no es así. Hablo únicamente con el propósito de apaciguar el silencio. Hablo lo que he escrito antes, en alguna noche de insomnio o en algún día de encierro, para intentar unir dos momentos que parecen cada día más irreales. El pasado cada día se siente más ajeno, las palabras que memoricé tienen sabor a labios desconocidos. Leo mi linea anterior. Ha dejado de ser mía. Pronuncio cada una de estas palabras saboreando el gusto a lo desconocido. La espada del tiempo me ha dividido en el TIC y en el TAC. TIC TAC y me pierdo en el punto medio. TIC TAC me aferro a un pasado que cada segundo es más ajeno. TIC. Corro para alcanzar un presente que me evade. TAC. El tiempo corre, yo me arrastro.  Quiero meter las manos en el presente y llenarme de realidad hasta los codos, pero el presente me evade, huye, se escapa. Cada segundo que pasa se adhiere a la carga que llevo sobre los hombros, a este pasado que no es mio porque jamás pude tocarlo. Podría pretender que soy parte de este sonido, de este TICTAC incesante, pero soy tan solo parte de su eco acallado, soy tan solo el recuerdo de su silencio.