lunes, 28 de febrero de 2011

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Te sientas entre las 4 paredes de tu soledad.
Y los ladrillos comienzan a irradiar el polvo que los creo.
Atraviesan el aire y juega con tu piel,
te atraviesa los poros mientras las paredes te observan,
y se deshacen poco a poco.
Se acercan a ti.
Se vuelven ríos de polvo que vuelan hacia ti.
Las paredes te atraviesan y se vuelven parte de tu piel.
De tu inutilidad.
Y ya no sabes si ellas te contaminan a ti o tu las contaminas a ellas.
Entonces ya no las necesitas para aislarte del mundo.
Tu eres la soledad.
Tu eres la piedra.
Pero eres una soledad solitaria, no tienes a quien proteger.